A nadie le gusta que le digan que NO. Escucharte un NO cuando pides, sugieres o propones algo es cercenarte tus buenas intenciones, deseos, sueños o ambiciones.
Quien te dice el NO puede vestirlo de explicaciones y razonamientos, adornar la respuesta, usar eufemismos, ponerlo en positivo… pero al final tú sabes muy bien que te está diciendo NO… y sabe muy mal.
Pues, al parecer, alguien en la empresa tiene que estar diciendo que NO constantemente, y también sabe muy mal.