Cosas que se me ocurren sobre ENCAMINA, su negocio, sus personas, sus clientes…

Liderazgo

Es una de esas palabras de moda, pero a la vez es en muchos sentidos la clave del éxito. Quienes me conocen saben que me encanta la historia, y la historia no se puede comprender sin los lideres que imaginaron y llevaron a cabo los hechos que configuran nuestro pasado.
Nuestro mundo aún hoy en día no se entendería o sería totalmente diferente sin figuras clave en la historia. Si Alejandro hubiera muerto al principio de su reinado en Macedonia o no hubiera nacido, el Imperio Persa no hubiera caído y no se hubiera llevado a cabo la helenización, por lo que solo con su visión y la motivación de la que impregno a su ejercito pudo cambiar el curso de la historia de un modo definitivo.
Si pensamos en como sería el mundo sin los lideres que llevaron a otros a cambiar su realidad, sin prejuzgar si fue para bien o para mal, nos daremos cuenta de la inmensa influencia que tuvieron Julio Cesar, que en la práctica finiquitó la república romana y fue el instigador del imperio romano; Napoleón, que convirtió a Francia en la primera potencia mundial, acabó con el feudalismo y disperso por Europa las ideas de la revolución francesa; Isabel la Católica que unió los reinos de España y financió con sus propias joyas el primer viaje de Colón; este por supuesto que en su ilusa búsqueda de las Indias, dió con el nuevo mundo; Hitler que impulsó el III Reich y consecuencia directas o indirectas de aquello, fueron realidades como el Telón de Acero, la Unión Europea o el estado de Israel; o Maradona que guió a un equipo como el Nápoles a conquistar la Liga italiana y a Argentina a ganar el mundial de 1986.
Claro que todos ellos tenían a su lado a excelente colaboradores que les ayudaron en sus empresas. Y claro que no son compensibles las gestas de Alejandro sin Parmenio, Clito, Ptolomeo o Hefestión; Julio Cesar sin Marco Antonio; Napoleón sin Fouché; Isabel I sin el Gran Capitán o su esposo el rey Fernando; Colón sin Martín Alonso Pinzón y sus hermanos; Hitler sin Goebbels; ni Maradona sin Burruchaga o Valdano.
Una de las carencias básicas de ENCAMINA es la falta de liderazgo en muchos aspectos. No es algo nuevo, desde dirección somos conscientes. A veces nos quejamos de la falta de motivación de parte del equipo, de su falta de compromiso, de responsabilidad e incluso de profesionalidad. Creo que es responsabilidad nuestra trasmitir los valores adecuados, motivar, informar, servir y en definitiva liderar a nuestro equipo a alcanzar las metas colectivas que nos hemos trazado y como nuevos Macedonios conquistar nuestro particular imperio Aqueménida.
En estos momentos hemos emprendido un proyecto llamado los 12 desafíos que basado en el modelo EFQM del que ya hemos hablado en otras ocasiones, nos permita mejorar el liderazgo en todos los niveles de la empresa con responsabilidad de gestionar personas, y que nos permitirá con toda seguridad dar un paso más hacia la deseada excelencia.
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Romario

La mayoría recordaremos a un jugador magistral y controvertido que deslumbró en la liga española a principios de los 90 y que pasa por ser uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol mundial: Romario da Souza Faria.
Este jugador llegó al Valencia entonces entrenado por el hoy seleccionador campeón de Europa, Luis Aragonés, en 1996. Luis entonces tuvo grandes problemas para hacer que Romario cumpliera disciplina de su club y acabó por abandonar el mismo, después de no haberse integrado en el equipo y haber dado una imagen deplorable.
Luis Aragonés es un entrenador paradigmático en este sentido. No le ha templado la mano para dejar a Raúl fuera de la Eurocopa de Suiza y Austria, pese al indudable estado de forma del madridista a lo largo de la temporada, su calidad innata, su prestigio y su historial, y la presión mediática de muchos medios de comunicación que presionaron para que fuera uno de los 22 que disputara el campeonato de Europa.
Luis decidió que no iría a la selección pese a todos estos factores, porque Raúl no hacía equipo, no era un digno capitán, creaba diferencias entre él y su camarilla y el resto de jugadores, pretendía imponer normas y castigos al seleccionador y en definitiva restaba más que sumaba.
El tiempo ha dado la razón a Luis al demostrar que es más eficaz y se consiguen mejores resultados con un equipo conjuntado y luchando todos a una por un objetivo común, que con estrellas mediáticas, excelentes jugadores, pero egoístas y no solidarios.
No digo que no haya equipos donde tienen cabida las estrellas, pero se ha demostrado una y otra vez que un equipo solidario, unido, motivado y consciente de sus virtudes y defectos es mucho más efectivo que uno plagado de estrellas que van cada uno a la suya. Y si no que se lo expliquen al Madrid de los Galácticos, cuando el Valencia de Rafa Benítez pudo ganarles dos ligas con un puñado de jugadores aguerridos, un buen sistema y mucha actitud en el campo.
Nosotros también somos un equipo, nuestras reglas de juego son diferentes, nuestra competición es diferente, pero en esencia hablamos de lo mismo, ganar o perder. Si nuestras estrellas, que las hay, se creen que pueden ganar ellas solas los partidos, pasando de todos los demás, estamos perdidos. Solo desde la implicación de todos y cada uno de nosotros en el proyecto común, cabe la victoria.
Ahora, preguntémosnos. ¿Somos estrellitas mediáticas o jugadores de equipo? Por que de lo que no cabe duda es que necesitamos jugadores de equipo.
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Espectativas

No sé donde, leí hace años una frase que se me quedó marcada de por vida: «Solo los incompetentes se rodean de incompetentes». El sentido de esta frase es clara, somos tan buenos o tan malos como los que están a nuestro alrededor nos obligan a ser.
Soy un firme convencido de que cada uno se convierte en la persona que sus iguales esperan que sea, o lo que es lo mismo, las espectativas que los demás tienen de nosotros se acaban por cumplir.
Esto es cierto tanto en el entorno personal como en el laboral. Y viene a cuento porque dentro de nuestra estrategia está el plan de captar el mayor talento posible para nuestras empresas. Puede parecer una decisión obvia, pero exige un coste de búsqueda, de captación, salarial y porque no, también en los recursos que actualmente forman la plantilla, porque la llegada de personas que aportan más, puede suponer en un momento dado la salida de las que aportan menos, pero es que necesitamos personas valiosas.
Entiendo como personas valiosas aquellas que no solo aporten conocimiento y experiencia, cosas imprescindibles, sino, y sobre todo actitud. La actitud es esa cualidad dificilmente cuantificable, ya que raramente está en el curriculum de nadie, pero que marca la diferencia entre una gran profesional y uno mediocre. Muchas veces es la actitud la que decide el éxito o el fracaso de un proyecto.
Yo creo que con la llegada de personas más valiosas, nos ayuda a los demás a ser mejores profesionales porque eleva nuestros estándares. En ENCAMINA siempre hemos dicho que queremos estar rodeados de profesionales mejores que nosotros, que nos impulsen a mejorar, que nos enseñen, con los cuales estemos orgullosos de trabajar.
Por supuesto que esto es un reto para cada uno de nosotros, porque no podemos estar rodeados de personas valiosas sin ser a su vez nosotros personas valiosas. Y aquí es donde podemos ayudarnos, formándonos, asumiendo retos, mejorando nuestra actitud y por supuesto, haciendo lo propio con el equipo que nos rodea, con nuestros compañeros y colaboradores. No tiene sentido no hacerlo, de hecho, no hacerlo garantiza el fracaso de nuestros proyectos, de nuestra empresa y en última instancia pone en peligro nuestro puesto de trabajo.
A veces nos encontramos con la necesidad de prescindir de alguna persona porque creemos que no es lo suficientemente valiosa, esto, me consta, causa revuelo entre sus compañeros, que ven como alguien que, puede que sea su amigo y que estaba con nosotros hasta ayer, debe abandonar su puesto de trabajo. Lo ven como una amenaza, como un aviso de que algo pasa. Pero quizá deberíamos verlo como la imprescindible renovación para dejar sitio a quien de verdad pueda aportar más. Si mis compañeros no son lo suficientemente buenos, ¿Creo que mi equipo tiene futuro en esta competición tan dura? ¿Y yo? Yo deberé espabilar, para mejorar a mis compañeros y mejorarme a mi mismo. Si quiero seguir en el equipo claro.
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Agosto, el mes de pensar

Llega agosto y con ello las vacaciones de muchos miembros del equipo, de clientes, de proveedores, etc. Es un mes en el que tradicionalmente disminuye el número de llamadas entrantes y se pueden uno a afilar el hacha.
Suele ser un buen momento para hacer balance, personal y profesional y reflexionar sobre lo conseguido y sobre los nuevos retos a afrontar.
En este mes os invito a todos a hacer este balance, a hacernos las preguntas apropiadas: descubrir donde estamos, donde queremos llegar, cual es el camino para llegar, cual el primer paso, como sabré que he llegado, cuales son los recursos disponibles, que ayuda voy a necesitar.
Desde el punto de vista de la empresa esto se suele expresar mediante un plan estratégico que identifique todas estas incógnitas y nos permita empezar a despejarlas, pero desde el punto de vista individual se puede hacer exactamente lo mismo, mejorando profesionalmente para conseguir los logros personales en consonancia con los de la empresa a la que perteneces. Creo que sería un sano ejercicio de auto análisis que todos deberíamos hacer, porque seguro que sacamos mucho en claro.
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EFQM

Andamos a la greña el tiempo que disponemos y nosotros mismos porque queremos realizar una autoevaluación EFQM en un tiempo record de 3 semanas aprovechando el impulso que nos proporcional Sergio Jiménez que ha venido ha hacer unas prácticas de su Master.
Y esto del EFQM ¿Que es? Pues es una fundación que define una serie de estándares de calidad en la gestión que las empresas, europeas en este caso, debe de cumplir para considerarse excelente.
¿Y nosotros entonces? Pues vamos a medir (autoevaluarnos) en que nivel de esos estándares de calidad en la gestión estamos.
¿Y esto para que nos sirve? Pues yo creo que para dos cosas, por un lado vamos a tener una foto, consensuada de nuestra situación actual que nos va a servir para, si nos autoevaluamos regularmente, ver si avanzamos o retrocedemos y que nos va a servir como parte del análisis interno del próximo plan estratégico. Y por otro nos va permitir dibujar un plan de ruta hacia mayores y mejores niveles de excelencia.
Y estos niveles de excelencia ¿Quien los define?¿Y cuales son? Son una serie de buenas prácticas que las empresas deben cumplir, están definidos por la fundación, de la cual forman parte muchas de las mayores empresas europeas. La fundación da unos premios a las empresas que lleguen a un mínimo en estos estándares de calidad, una especie de certificación, pero nosotros no aspiramos a los mismos de momento.
Las autoevaluación se basa en medir 9 criterios, cada uno de ellos con varios subcriterios, 5 de ellos son agentes facilitadores: Liderazgo, Personas, Políticas y Estrategia, Alianzas y Recursos y Procesos y 4 son Resultados: en las Personas, en los Clientes, en la Sociedad y Resultados Clave.
Cada uno de estos criterios tiene un peso determinado y finalmente se alcanza una puntuación. No obstante lo realmente importante es que a partir de la situación actual y mediante la comparación con las buenas prácticas identificadas se puede trazar una hoja de ruta hacia la excelencia. Cumplirla como siempre es cuestión de recursos, pero vamos a empezar, al menos.
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ENCAMINA, piensa en colores