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Romario

La mayoría recordaremos a un jugador magistral y controvertido que deslumbró en la liga española a principios de los 90 y que pasa por ser uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol mundial: Romario da Souza Faria.
Este jugador llegó al Valencia entonces entrenado por el hoy seleccionador campeón de Europa, Luis Aragonés, en 1996. Luis entonces tuvo grandes problemas para hacer que Romario cumpliera disciplina de su club y acabó por abandonar el mismo, después de no haberse integrado en el equipo y haber dado una imagen deplorable.
Luis Aragonés es un entrenador paradigmático en este sentido. No le ha templado la mano para dejar a Raúl fuera de la Eurocopa de Suiza y Austria, pese al indudable estado de forma del madridista a lo largo de la temporada, su calidad innata, su prestigio y su historial, y la presión mediática de muchos medios de comunicación que presionaron para que fuera uno de los 22 que disputara el campeonato de Europa.
Luis decidió que no iría a la selección pese a todos estos factores, porque Raúl no hacía equipo, no era un digno capitán, creaba diferencias entre él y su camarilla y el resto de jugadores, pretendía imponer normas y castigos al seleccionador y en definitiva restaba más que sumaba.
El tiempo ha dado la razón a Luis al demostrar que es más eficaz y se consiguen mejores resultados con un equipo conjuntado y luchando todos a una por un objetivo común, que con estrellas mediáticas, excelentes jugadores, pero egoístas y no solidarios.
No digo que no haya equipos donde tienen cabida las estrellas, pero se ha demostrado una y otra vez que un equipo solidario, unido, motivado y consciente de sus virtudes y defectos es mucho más efectivo que uno plagado de estrellas que van cada uno a la suya. Y si no que se lo expliquen al Madrid de los Galácticos, cuando el Valencia de Rafa Benítez pudo ganarles dos ligas con un puñado de jugadores aguerridos, un buen sistema y mucha actitud en el campo.
Nosotros también somos un equipo, nuestras reglas de juego son diferentes, nuestra competición es diferente, pero en esencia hablamos de lo mismo, ganar o perder. Si nuestras estrellas, que las hay, se creen que pueden ganar ellas solas los partidos, pasando de todos los demás, estamos perdidos. Solo desde la implicación de todos y cada uno de nosotros en el proyecto común, cabe la victoria.
Ahora, preguntémosnos. ¿Somos estrellitas mediáticas o jugadores de equipo? Por que de lo que no cabe duda es que necesitamos jugadores de equipo.
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