Esta semana me he sorprendido siendo consciente de lo rápido que incorporamos a nuestras vidas (profesionales y no profesionales) cambios que ayer eran disruptivos y hoy son poco más que anecdóticos.
Por ejemplo, que un robot conviva por los pasillos de nuestra oficina haciendo su trabajo como uno más…
Después de 3 días en el DES2018 hablando sobre disrupción tecnológica, y asumiendo que el IoT, BigData, Blockchain, realidades mixtas, impresión 3D, computación cuántica, robótica, drones, etc., etc. son revoluciones por sí mismas (y mucho más al combinarse)… la Inteligencia Artificial (AI) es sin duda la disrupción con mayor impacto previsible a nivel de la humanidad.
Siempre me ha parecido una suerte el ser joven y tener una vocación muy clara, porque eso marca constantemente un camino lleno de motivación y sentido. Y es que cualquier ser humano, y por ende cualquier organización de personas, necesita tener claro el sentido de su existencia.
ENCAMINA, acaba de cumplir 18 años y a nuestra mayoría de edad buscamos desentrañar nuestro propósito en el mundo.
Estaba redactando un mensaje interno al equipo de @ENCAMINA reforzando la forma en la que pretendemos liderar nuestro sector, cuando me vi atenazado por un cierto complejo de inferioridad y algo de vergüenza… ¿se puede hablar de liderar tu sector siendo una pequeña empresa? ¿no se me estará yendo la pinza? ¿haciendo el ridículo quizás?
A nadie le gusta que le digan que NO. Escucharte un NO cuando pides, sugieres o propones algo es cercenarte tus buenas intenciones, deseos, sueños o ambiciones.
Quien te dice el NO puede vestirlo de explicaciones y razonamientos, adornar la respuesta, usar eufemismos, ponerlo en positivo… pero al final tú sabes muy bien que te está diciendo NO… y sabe muy mal.
Pues, al parecer, alguien en la empresa tiene que estar diciendo que NO constantemente, y también sabe muy mal.
Hugo de Juan, PhD
CEO de ENCAMINA
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