Hace poco tuve la experiencia de comer patatas a medio día y por la noche (mala cosa según los dietistas, pero muy «de toda la vida» según mi madre).
La cuestión es que en ambas ocasiones acudí a un bar/restaurante para «alimentarme».
En uno las patatas no estaban fritas, sino refritas, aceitosas, con mal aspecto y peor sabor. Leer más