Cosas que se me ocurren sobre ENCAMINA, su negocio, sus personas, sus clientes…

Un dia divertido

Quizá para Belén, Teresa o Manuel el día fue agotador antes que nada, porque se pegaron una buena currada para que todo saliera bien. Pero para la mayoría de los que pasamos el sábado por el bajo que tan amablemente nos prestó la comunidad de vecinos de José Olmos, la experiencia fue la de un día divertido, algo así como salir de excursión.
Se agradece estar rodeado de personas que no solo aportan su trabajo y su talento, sino también su buen humor y ya no solo en el día a día, sino incluso en un ejercicio de perdida de vergüenza fuera de horario laboral.
Pese a algunos temores, estoy seguro que el resultado será excelente y por supuesto el proceso ha sido excelente.
Algunas veces temo que todas estas iniciativas que tomamos y que son tan diferentes a las que toman muchas de las empresas de nuestro alrededor geográfico o sectorial, no nos estén desenfocando del objetivo final que debe tener toda empresa para su supervivencia y que no es otro que la generación de valor empezando por la cuenta de resultados. Sin embargo cuando participo de la pasión con que se realizan estas y otras iniciativas, me congratulo de formar parte de este fantástico equipo porque creo que, efectivamente, es necesario no hacer las cosas como los demás para poder destacar entre la multitud y seguir adelante en el cambiante mundo que nos ha tocado vivir.
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Valores

¿Para que hemos hecho el esfuerzo de definir unos valores en la empresa? A veces me asalta esta pregunta, ¿Lo hemos hecho por que está de moda? ¿Para parecer guays? ¿Para ser una empresa moderna? ¿Cuantas empresas han hecho lo mismo? ¿Y esto significa algo?
Sinceramente creo que tenemos algo abandonados nuestros valores, lo cual no significa que no sean importantes. Nuestros valores son la colección de emociones que nos deberían de guiar nuestras acciones. Y tenerlos abandonados no significa que no creamos en ellos, creo que significa que no siempre los ponemos por encima de todo lo demás, no siempre nos sirven de guias de actuación, no siempre confirmamos que las personas que se incorporan a la organización comulgan con estos valores. De hecho creo que muchas veces seriamos capaces de predecir el desempeño de las personas solo con su alineación con los mimos.
De la misma manera que a veces se incorporan personas que no están alineadas y fracasamos (las dos partes) en este matrimonio más o menos temporal, a veces la incorporación de una persona que esté alineada aunque no encaje su experiencia y formación exactamente en el puesto demandado, nos lleva a una comunión perfecta porque los valores que tenemos sirven de alineadores. Y es entonces que si nos encontramos ante alguien entusiasta, responsable, creíble, con iniciativa, que trabaja en equipo y flexible resulta que hemos descubierto un diamante en bruto que encajará a la perfección en ENCAMINA y será entonces cuando le encontremos un hueco en el cual quepa, con toda seguridad no solo eso, sino que el mismo se hará valer ya que empujará en la misma dirección que todos los demás.
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Proyectos ruinosos

Nos hemos encontrado demasiadas veces en la historia de ENCAMINA con proyectos ruinosos. Recuerdo así de memoria, por traumáticos, el proyecto de fichajes en la Universidad de Valencia, o el de Caja Navarra, o este último de AECID.
Todos cumplen unos patrones comunes de tamaño, suelen ser más bien grandes para nosotros, de tecnología, lo son en tecnologías que no dominamos, de clientes nuevos y en los cuales no nos hemos ganado la confianza, y de entorno complejo, bien internos con diferentes interlocutores, o incluso con diferentes empresas y niveles de responsabilidad en el mismo. Si a esto se unen unos requisitos complejos o poco claros, ya la tenemos liada.
Es cierto que muchas veces se dan esas circunstancias, las cosas se complican y el proyecto puede entrar en perdidas, pero si el proyecto es grande la cosa puede adquirir tintes dramáticos, y no utilizo el termino «dramático» gratuitamente. A los consabidos malestares y desmotivación ocasionados a todos los participantes en un proyecto de este tipo, y a la casi segura perdida de un cliente, se une un factor clave: la pasta.
Si, porque la pasta es lo que permite realizar algunas funciones dentro de la empresa que son imprescindibles, cosas como pagar los salarios, a los proveedores o los gastos ocasionados, salen de las facturas que cobramos a nuestros clientes. Pero es más, poder pagar un salario más adecuado, contratar (o no despedir) a un profesional o tener unas instalaciones en condiciones, solo por poner unos ejemplos, salen de los beneficios que proporcionan los proyectos, es decir de la diferencia entre los ingresos y los gastos.
El reciente caso de AECID es paradigmático en el sentido más negativo, no solo no ha proporcionado valor a ENCAMINA, (y aportando valor a ENCAMINA, se aporta no solo a sus accionistas, también a sus empleados, proveedores y al tejido social en la que cual estamos implantados) sino que ha restado.
ENCAMINA vale menos porque este proyecto ha restado en vez de sumar, el valor de la empresa es menor con lo que eso significa para la propiedad, al fin y al cabo como inversor, arriesgaré mi capital en aquellas inversiones que me parezcan más rentables y seguras. Pero en mi otro rol, el de trabajador de ENCAMINA, condición que comparto con otras 50 personas, no solo los que han participado en el proyecto, resulta que los recursos disponibles de la empresa son menores y es posible que no se me pueda pagar el salario que creo merecer porque no hay los beneficios necesarios, y que incluso mi puesto de trabajo peligre porque la empresa entre en perdidas. Nuestros proveedores verán menguada también nuestra capacidad de compra y eso les repercute. La sociedad se verá afectada en la medida que generaremos menos riqueza alrededor, contrataremos menos gente, invertiremos menos a nuestro alrededor.
Como se ve una cascada que afecta a todos. No podemos estar complacidos por esto, porque si tenemos algunos proyectos más como este, tendremos que replantearnos seriamente la viabilidad de este proyecto
¿Las razones de que un proyecto sea ruinoso? Pueden ser varias, no hay una sola razón. Quizá se vendió por un precio inadecuado; no se cerró bien el alcance; el cliente es «difícil«, y entended por esto lo que queráis, cambio de personas, mala leche, resistencia al cambio, etc.; no se colocaron las personas adecuadas en el proyecto; la tecnología no la dominábamos; relajamiento excesivo al principio, esto suele pasar en los proyectos largos; y un largo etc.
¿Y que hacemos? Pues aprender, es lo que nos queda hacer. Analizar este proyecto y no volver a cometer los mismos errores. No volver a vender en una tecnología que no conocemos. Gestionar adecuadamente los riesgos desde el primer momento. Mantener la tensión del proyecto y cumplir hitos escrupulosamente. Identificar los requisitos desde lo más temprano. Comprender al cliente y sus necesidades. Ser proactivos en la resolución de los problemas que van surgiendo.
En definitiva, comprometernos personalmente con el éxito del proyecto, porque esto significa comprometernos con nosotros mismos. El éxito del proyecto es nuestro éxito y su fracaso también significa el fracaso de todos los que hemos participado en mayor o menor grado en el mismo.
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Uniformizar la mediocridad

Algunos ya sabéis que formo parte de una ONG, «Desata tu potencial» cuyo objetivo es difundir el desarrollo personal y emocional entre los jóvenes, a los cuales díficilmente les llegarán este tipo de mensajes por las vías tradicionales de la formación reglada.
Entre nuestros objetivos está la formación en centros de secundaria de este tipo de materias a chavales en edad escolar. La semana pasada hablando con un profesor y la jefa de estudios del IES Camp de Morvedre, nos encontramos entre la disyuntiva de apoyar con este tipo de acciones a lo que ellos llaman Aulas de Excelencia donde llevan a los que, o bien por méritos académicos o por otras razones, consideran que debe de trabajarse con ellos de forma especial porque están por encima de la media o a los llamados grupo G, que son los chavales más problemáticos, habitualmente con problemas no solo académicos sino en muchos casos familiares y sociales.
Puesto que nuestros recursos son limitados debemos elegir a quien dedicamos nuestro trabajo en primera instancia, y las diferentes visiones no nos ayudaban a tomar una decisión. Yo era partidario de dar el apoyo a las Aulas de Excelencia porque creo que les sacaríamos más rendimiento que a los otros muchachos que seguro que alguno lo puede aprovechar, pero que para muchos de ellos esto no signifique nada.
El caso es que desde siempre el sistema educativo, el español al menos, ha trabajado de forma especial con la gente más necesitada o en las materias más débiles. Todos hemos ido a repaso para reforzar esas materias que no nos gustaban mucho y por tanto no eramos buenos en ellas. Olvidando en las que eramos buenos, de la misma manera que los «empollones» no necesitaban repaso ya que aprobaban con nota sin dificultad.
Creo que este modelo perpetua la mediocridad, ya que tiende a que todo el mundo tenga un nivel mínimo de todos los conocimientos, cuando desde mi punto de vista, el esfuerzo se debería de hacer en extraer las esencias sobresalientes. Pienso que hace más avanzar a la humanidad un Mozart que cien Salieris, y que habría que potenciar a las personas excelentes y en sus áreas más destacadas por que son ellas las que pueden marcar la diferencia. No me cabe duda que ha habido grandes genios que no eran buenos estudiantes, pero ¿Cuantos genios se han perdido por no haberlos identificado y potenciado al máximo?
Todo este rollo lo cuento, porque creo que ese mismo espíritu de uniformizar la mediocridad lo tenemos tan interiorizado que no dejamos pasar ninguna ocasión para montar aulas de repaso a quienes creemos que lo necesita necesitar, y en nuestra empresa así ocurre. Viene a cuento por que la semana pasada me dolió especialmente la marcha de Isabel, ya que, yo personalmente había dedicado bastante trabajo y esfuerzo por mejorar su desempeño laboral, pero no solo eso, es que todos nos encontramos dedicando energías a personas que vemos que por unas razones u otras no encajan en ENCAMINA y que tarde o temprano acabaran por marcharse. No es que ella no valiera para esto, pero sus inquietudes personales y su situación vital la llevaban claramente hacia otro sitio, lo sabiamos y no obstante insistimos intentando encajarla aunque fuera con calzador, y no es la primera vez.
Esto no tendría mayor importancia si no fuera que nos resta energías para dedicarlas a las personas que realmente podrían marcar la diferencia en nuestro convulso entorno, que están perfectamente integradas, tienen potencialidad, son ya excelentes, pero podrian ser aún mejores. Pero claro, esas no dan problemas, ¿para que dedicarles esfuerzos? Sinceramente, si lo hiciéramos, otro gallo nos cantaría.
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El futuro

Si lees cada día los periódicos o sigues las noticias que se publican a diario en los diferentes medios de información general o económica, no podrás dejar de asustarte por la crisis galopante que parece que nos está arrasando.
Aunque aparentemente pudiera parecer que algo que ocurre a miles de kilómetros distancia de nosotros no debería afectarnos, la realidad es que la globalización conlleva está cosas, después de años de crecimientos espectaculares debidos en buena parte a la integración de nuestra economía en el mercado único y a la aportación de capitales extranjeros que ayudaban a nuestras empresas a crecer, así como de capital humano que en forma de mano de obra inmigrante ha sumado una buena cantidad del crecimiento del PIB del que hemos disfrutado.
Hay quien compara esta crisis con la de 1929 y la gran depresión, si es así habrá que atarse los machos, porque aquella, que apenas afectó a España entonces, por su aislacionismo y atávico retraso, esta vez, cuando estamos plenamente integrados en la economía mundial nos ocasionaría lo mismo que entonces ocasionó a todo el mundo desarrollado: niveles de paro nunca vistos, falta de recursos, rigidez en los sistemas, decrecimiento continuo de la riqueza, pobreza, miseria, advenimiento del nacismo y fascismo en Europa. La segunda guerra mundial y sus 50 millones de muertos, no se puede entender sin el Crack del 29. Hasta muchos años después no se recuperaron los niveles de vida anteriores a la crisis.
Afortunadamente y pese a los paralelismos con aquella crisis, en está estamos mucho más preparados. Yo creo que desde dos puntos de vista, el primero el colectivo, los estados y sus herramientas de control del sistema económico sin llegar a ser perfectos, ni mucho menos, son mucho más evolucionados que entonces (también lo son los productos financieros que han causado la crisis, por supuesto) Los bancos centrales están actuando coordinadamente y recursos como el control del tipo de cambio y la intervención del los gobiernos en los bancos y empresas afectadas está siendo bastante usado. En concreto el sistema financiero español es de los más saneados y fuertes del mundo, lo que no significa que no haya riesgos para el mismo.
Hay quien pone en duda si los gobiernos debería hacerse reparar los errores producidos por la avaricia de algunos, pero si se analizan las consecuencias de crack del 29 donde la administración de Herver Hoover al principio se lavó las manos esperando que el mercado se saneara solo y después intervino en el sentido justo contrario al correcto, nos daremos cuenta que es preferible asumir unos cuantos miles de millones de dolares ahora, que muchos más dentro de unos meses. En Estados Unidos y en el mundo entero entonces se perdió el ¡66%! del PIB en pocos años, si se piensa que para mantener el nivel de vida actual hay que crecer al menos al 2,5% anual que es el ritmo de crecimiento de la población mundial, pues solo hay que comparar.
El segundo, y el que me interesa especialmente, es el individual. ¿Podemos hacer algo nosotros para paliar esta crisis? Esta crisis que nos eleva nuestras hipotecas, pone en peligro nuestro puesto de trabajo y nuestro patrimonio, nos obliga a trabajar más para poder disfrutar de lo mismo. La verdad es que si no somos parte de la solución, es que somos parte del problema. Y yo que creo fervientemente en que el futuro está en nuestras manos y depende de nosotros, creo por ello que somos nosotros, todos y cada uno, los que tenemos las solución a los problemas. Nuestro primer paso es tomar conciencia de ello y a continuación actuar en consecuencia.
Creo que debemos ser optimistas con respecto al futuro, solo por eso, porque podemos y debemos asumir la responsabilidad del mismo y por tanto coger el toro por los cuernos y sacarnos a nosotros mismos del atolladero donde nos hemos o nos han metido, tanto da en este caso. Lo que de verdad es importante y que queramos salir del mismo y no esperemos a que alguien lo haga por nosotros.
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ENCAMINA, piensa en colores