Me decía mi compañera hace poco que a cada uno le motiva unas cosas en la vida y en el trabajo, y en mi caso (que ella no compartía), lo mío era «la trascendencia». Según Wikipedia, trascender significa la acción de «sobresalir», de pasar de «dentro» a «fuera» de un determinado ámbito, superando su limitación o clausura.
Creo que mi compañera se refería a mi obsesión de que todo esto de ENCAMINA, ENTRESISTEMAS y el resto de proyectos en curso «sirva para algo» o «que valga la pena«.
Y creo que tiene razón. Creo que esa obsesión mía por que todo este esfuerzo y sacrificios sirvan para algo es porque el empujón que necesité para tirarme al vacío, sin red, del emprendimiento fue un trágico fallecimiento muy cercano. Una tristísima pena que me hizo comprender, de un batacazo, nuestra insignificancia en la vida, a la vez que lo absurdo del miedo a cosas como el fracaso. Me conmocionó hasta hacerme entender que dado que antes o después dejaremos este mundo, hay que dejarlo mejor que lo has encontrado. Una defunción fatal que dio paso al nacimiento de varios proyectos que de verdad valen la pena.
En esta meta volante de los XV y X aniversario, el balance es que gracias a estos proyectos, se puede crecer personal y profesionalmente. Se puede ayudar a otros. Se puede transformar a tus clientes. Se puede generar riqueza localmente. Se puede aportar una buena idea que sea copiada o adoptada por la comunidad. Se puede introducir una innovación y dar un pequeño salto adelante. Se puede contagiar una actitud positiva. Se puede lograr un entregable excelente que cumpla con su cometido de forma brillante. Se puede apuntalar la sostenibilidad de tu empresa o proyecto. Se puede inspirar positivamente a los demás… Se puede ser una vulgar roca, y al final llegar a ser parte de una catedral.
Desde nuestras empresas hemos creado valor para el mundo y ya he explicado en alguna ocasión que nuestro trabajo sí es trascendente, que somos mucho más que profesionales “normalitos” en una PYME “normalita”, que cómo hacemos lo que hacemos sí dejará tras de nosotros un mundo un poquito mejor, y que no somos los únicos, ni los mejores, pero sí sumamos a un mundo mejor.
Y esa ha sido mi motivación personal desde hace 15 años: «que todo esto sirva para algo (bueno)«. Y deseo y espero que así siga siendo, en lo que a mi se refiere, hasta el final de mis días (y más allá).
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Y sí, al final todo acabará bien. Y si no, es que todavía no ha terminado 🙂