Ayer fue un día en el que experimenté demasiados “empobrecimientos”, y yo llamo “empobrecimientos” a esa actitud o visión de la vida en la que en lugar de sumar en una relación… restamos, que en lugar de construir entre las partes… se desgastan, que en lugar de ser más grandes al final de la operación todos acabamos más pequeños y pobres.
Lamentablemente estos días se ha extremado la creencia de que el bienestar, la prosperidad o la riqueza son escasos, limitados e imposibles de generar, y que solo es posible disfrutar de ello a costa de restárselo a un tercero.
En el día a día profesional esas creencias se translucen en expresiones (reales y escuchadas muchas veces) como:
- Mi trabajo es apretar a los proveedores al máximo para defender nuestro margen.
- Contra menos ganes como empresa mejor para mi Administración y los ciudadanos que pagan sus impuestos.
- Si tu ganas, es que yo pierdo.
- Trabaja para mí gratis, que yo te aporto conocimiento y luego lo vendes por ahí.
- No hay para todos, y alguien tiene que salir perdiendo siempre.
- Es tu problema, no el mío. Apréstate el cinturón como lo hago yo.
- Si no gano algo, no muevo un dedo.
- O cuando digo colaborar, realmente digo venderte lo mío…
- El contrato dice que me perteneces…
Sin embargo, si bien es verdad que los recursos son limitados en cualquier ecosistema, la riqueza o el bien o el bienestar sí se pueden generar y sí se puede hacer de forma sostenible, sin tener que empobrecer a nadie ni a nada para ello.
Es una cuestión filosófica, pero también absolutamente pragmática:
- Te interesan proveedores que ganen dinero, para que puedan innovar, desarrollar su talento, retener su mejor gente, y servirte cada vez mejor, con mejores prácticas, más calidad e inyectando innovación y mejoras en tu propia casa.
- Te interesan empresas que no estén estranguladas, que generen empleo entre los ciudadanos y que puedan pagar impuestos que soportan tu Administración y tu cargo público.
- Si tu ganas, y yo estoy cerca de ti, seguro que me beneficia de alguna forma.
- No puedo trabajar para ti gratis porque me vuelco en darte la solución que necesitas con personas de mucho talento y mucha inversión previa, y esa es justo la misión de mi empresa. Lo profesional es que valores mi trabajo como yo debo valorar el tuyo.
- Hay para todos. Lo hay en términos de cultura, salud, tecnología, desarrollo, de bien estar, etc. Hay muchas personas hoy que salen perdiendo, pero es por una cuestión pura de egoísmo, egocentrismo y miedo, y se puede cambiar.
- Si tienes un problema, seguro que me afecta de alguna forma. Puedes y debes ser más eficiente, pero no dejes de innovar, especializarte, diferenciarte y buscar la excelencia. Eso me beneficia y quiero contagiarme.
- Mueve un dedo, mueve las manos y mueve todo tu ser. Sé generoso y se te devolverá multiplicado. La saben los premios Nobel y lo sabía hasta mi abuela.
- Cuando digo colaborar digo que es posible el ganar-ganar-ganar.
- Los contratos dicen muchas cosas, y hasta pueden llegar a garantizar injusticias, pero con la equidad y la ética todos ganamos.
No soy un alma cándida. Estoy convencido de la necesidad del esfuerzo, de la superación continua, de la imprescindible mejora de la competitividad profesional y empresarial, del que o te lo curras o te comes un truño, PERO a la vez se puede sumar, construir, avanzar conjuntamente, salir ganando todos.
Se puede buscar el bienestar personal y el de tu propio entorno, y se debe aceptar que el bien ajeno cataliza el bien propio.
Son paradigmas y los paradigmas se pueden cambiar. No es una cursilada. No hace falta esperar a que todos los demás lo hagan para dar tú un paso al frente: puedes empezar en este convencimiento tú solo, ya vendrán luego los demás.
Y como siempre, lo más difícil no es hablar, sino demostrarlo caminando. Desde ENTRESISTEMAS y ENCAMINA tratamos de no dejarnos llevar por lo que el paradigma del «yo, a costa de lo que sea«, pero cada día estamos a examen, como todos, y esperamos hacerlo cada vez mejor.