Hoy ha sido un buen día, pues hemos tenido la fortuna de recibir hasta 3 felicitaciones de un cliente por unas buenas actuaciones en ENTRESISTEMAS. Es curioso que en el mismo día se hayan hecho demos brillantes, entregas de proyecto con éxito, formaciones bien chulas, cobro de algunas antiguas facturas, etc., etc, … muchas cosas buenas, pero lo más destacado era que un cliente había enviado una felicitación explícita.
Si ese cliente supiera lo a gusto que los técnicos implicados en la felicitación le van a atender la próxima vez, seguramente nunca más se le olvidaría hacer un elogio…pero ¿cuantas felicitaciones y agradecimientos dejamos pasar cada día?
Me decía esta semana un ex-compañero que trabaja en UK que «… esta gente (la industria inglesa) tiene bastante inculcado el tema de las felicitaciones, pero lo más bonito del caso es que la mayoria de las veces la felicitiación viene directa del propio cliente. Yo he estado en varios correos donde el cliente agradecia el trabajo hecho, esfuerzo, etc (y creeme, hay mucho esfuerzo detrás, pero nada comparado a lo que hemos hecho, y hacéis por ENCAMINA. Me refiero a apretones, incendios, etc), y además, el cliente se pagaba algo (bebida, algo de cathering….) para celebrarlo«.
Opino (muy tristemente) que nuestra idiosincrasia, por defecto, no es generosa. No tiende al ganar-ganar, sino más bien al yo-gano-tú-te-buscas-la-vida. Y lamento que tampoco es demasiado agradecida.
Y ser agradecido suele ser gratis. Completamente gratis.
Prueba a decir GRACIAS (sonriente) a cualquiera cuando te ayude en cualquier detalle y verás como no te cuesta dinero, ni tiempo, ni energía, ni nada. Es generación espontánea de energía (positiva).
La generosidad comienza con el agradecimiento.
Incluso si eres de los del yo-gano-tú-te-buscas-la-vida, te conviene ser agradecido, porque la gente cuando recibe agradecimiento o reconocimientos positivos y sinceros te lo devuelve siempre de alguna manera.
En lo profesional, sería genial estar alerta y no dejar pasar ninguna oportunidad de agradecer a tu compañero/a o cliente/a o proveedor/a o incluso a tu jefe/a cada vez que haya (un atisbo de) motivo (real) para ello. Lograremos retornos positivos sí o sí. No hacerlo es pereza, egoísmo, falta de delicadeza, y es tirarse piedras contra tu propio tejado.
Además, la chispa de la vida está en estas cosas tan banales y a la vez tan potentes.
Por cierto, GRACIAS por haber llegado hasta aquí en la lectura de este post 🙂