El título puede sonar a coña, pero es verdad que este sábado estuve cortándome el pelo y mantuve una charla con mi peluquera sobre estrategia empresarial, que para mi sorpresa me llevó a la conclusión de que ambos teníamos planes tácticos muy similares, sin necesidad de tanto master ni tanto gurú.
Si bien lo que en ENCAMINA entendemos como nuestra estrategia de fondo (especialización tecnológica, liderazgo en producto, diferenciación por marca, talento en 3 dimensiones, etc., etc.) obviamente no converge con la de mi peluquera, los planes a corto para navegar por el momento actual sí podrían ser muy similares.
Mi peluquera me decía que había conseguido a lo largo de los años ser reconocida por dar un excelente servicio, muy profesional y con una buena dosis de innovación (doy fe de ello), pero que en los 2 últimos años sus clientes habían desaparecido poco a poco, que los que quedaban retrasaban o espaciaban más sus cortes de pelo, y que ahora solían consumir servicios con menos valor añadido (por ejemplo, me decía, un corte sin tinte). Todo eso me sonaba bastante…
Su plan estratégico le seguía enfocando a mismo nicho de clientes, al mismo posicionamiento y a la misma misión (ella lo llamaba de otra forma…), pero ahora tenía que decidirse por reducir al mínimo sus gastos y tratar de subsistir, o dar un paso al frente y arriesgarlo todo a un futuro en positivo.
Sus decisiones en el segundo caso pasarían por montar un segundo local en una zona mucho más transitada y comercial de la ciudad (lo que para alguien de Valencia supone Madrid), además iba a buscar una alianza con alguien con el mismo foco y posicionamiento con un servicio complementario, como podría ser una estaticen (lo que para nosotros podría ser una consultora de infraestructuras y sistemas); compartirían clientes, costes y cruzarían oportunidades. También en esta segunda opción tendría que contratar más equipo y con toda la calidad posible para pisar fuerte en esa nueva política de crecimiento (lo que para nosotros son más equipo de ventas, más arquitectos software o más consultores SharePoint, por ejemplo), pero sobre todo mirando hacia la nueva ubicación. Tenía la sospecha de que en la calle (el mercado) van a quedar clientes insatisfechos y sin su peluquería habitual (es lo que tiene estos momentos convulsos), aunque también sabía que en el catálogo de productos debería vender más packs Pret-a-porter, y menos diseños exclusivos, pero sin renunciar a la calidad ni a la innovación y excelencia en servicio. Todo esto necesitaría de mucha inversión y de convencer a mucha gente, pero una vez con esos cimientos y con mucha moral, se volcaría en el marketing y debería lograr el crecimiento esperado.
Yo no le pude asegurar, porque es imposible, que con la apuesta más valiente y constructiva iba a triunfar o al menos salir adelante, pero le dije que yo creía que vale la pena arriesgar todo lo que a uno le queda e intentarlo de nuevo. Hay que sacar el héroe que llevamos dentro y sumarse a una causa positiva.
Me tiemblan las piernas de pensar que en unas semanas el pelo me habrá crecido y tendré que enfrentarme al examen mutuo de avances y resultados…