Llevo sufriendo en mi propio entorno profesional, desde hace ya años, una creencia extendida en varias vertientes sobre lo inapropiado de estar haciendo demasiadas fiestas cuando algo que se supone que se tiene que hacer bien, sencillamente se hace bien.
Seguro que tú también tienes opinión sobre ello, si es que algo formalmente demostrado en la ciencia del management es opinable…
Algunas teorías
«Las enhorabuenas no se merecen porque, sencillamente, es mi obligación»
La teoría A, que me oigo de vez en cuando, es que no tiene sentido tanto «praise» de Yammer o email de felicitación porque hacer las cosas bien y en tiempo, es nuestra obligación.
No me cabe duda que honra a estas personas este grado de auto-exigencia que les lleva a rechazar felicitaciones por lo que consideran su obligación profesional básica…pero no estoy de acuerdo.
«Las enhorabuenas se deben airear junto a las deficiencias de ocasiones anteriores»
La teoría B, que también se escucha, es que no tiene sentido airear tanto los éxitos si no se acompaña también de un poco de «estopa» por lo que en ocasiones se hace mal.
Esta visión también es de auto-exigencia y tan de mejora continua, que siempre está pensando en lo que queda para hacer las cosas mejor, incluso se incomoda si nos centramos solo en lo bueno… pero no estoy de acuerdo.
«Tanta enhorabuena inflaciona su valor»
En cuanto a la teoría C, no falta tampoco algo de razón a quien dice que si las felicitaciones son muy frecuentes dejan de tener tanta importancia, lo cual sabemos qué significa porque vivimos en una economía donde la escasez aumentan el precio y la sobreproducción lo hunde…pero no estoy de acuerdo.
Resaltar y celebrar lo bueno es el camino
Haciendo un poco de acopio de las diferentes teorías sobre liderazgo y estilos de liderazgo, parece que hay cierto consenso actualmente sobre que «ES FUNDAMENTAL CELEBRAR Y FELICITAR LOS ACIERTOS» por varias razones:
- Debemos señalar y destacar aquello que queremos que sea un comportamiento a repetir, porque es la mejor instrucción que se puede dar al resto del equipo (liderar con el ejemplo y enmarcar el ejemplo a seguir).
- Recibir felicitaciones por algo que sabemos que está bien hecho genera siempre motivación positiva (al menos, más que negativa, desde luego).
- Celebrar y agradecer las cosas buenas es un ejercicio emocional reconfortante tanto para el que agradece y celebra, como para el receptor del agradecimiento.
- El clima laboral mejora cuando el ambiente es positivo, de tal manera que cualquier estímulo de buen rollo siempre suma a una buena salud organizacional.
- Es verdad que no tiene sentido felicitar por algo que no es verdad o que carece de valor, pero si lo tiene, no importa cuántas felicitaciones lo antecedan, sería injusto no felicitarse por esta última buena-nueva.
- Las correcciones y «capones» sobre aquello a mejorar se deben dar rigurosamente, pero en directo, en persona y sin mayor publicidad dentro de la organización, porque hacerlo en público y fuera de contexto, desmotivaría y podría incluso ser destructivo.
La conclusión es que sí. Hay que felicitar, AGRADECER y celebrar todo lo bueno proporcionalmente a su relevancia, pero sin olvidar nada. Es un ejercicio sano y constructivo a nivel de organización y de liderazgo responsable.