Cuando más necesario se hace generar confianza, más difícil es lograrlo si no eres una gran marca, y aun así, está por ver…
A los 2 años de iniciar nuestra aventura de lo que hoy es ENCAMINA, el country manager de una empresa industrial multinacional nos dijo que no se fiaba de nosotros porque el 90% de aventuras empresariales cerraban antes de los 5 años. Muy injusto escuchar eso, pero de alguna manera conseguimos lograr su confianza, y nunca nos arrepentimos ambas partes.
Ya nada jovenzuelos, a nuestros 15 años de vida, un alto directivo de una empresa del Ibex35 me decía que valoraba muchísimo nuestra competencia, talento y valores, pero que no le compensaba el riesgo de contratar a una consultora tecnológica mediana cuando podía parapetarse tras una gran consultora ante cualquier posible problema futuro. Y al final nos tocó trabajar con una multinacional como intermediaria, y sin embargo nunca hubo ese problema.
La confianza es un bien preciado, escaso, inestable y cada vez más demandado por consumidores, profesionales y empresas. Todos tememos equivocarnos con la elección, ser salpicados con un problema, ser traicionados por otros intereses, descubrir que no es oro todo lo que reluce y sentirnos defraudados, cargar con la culpa de las consecuencias de una mala decisión, y lo peor: estar siendo engañados y ni siquiera saberlo.
En una nueva realidad en la que la manipulación de la información, las redes sociales y las recomendaciones que nos llegan, son cada vez más sofisticadas, rodeados de fake news, con opacos algoritmos de AI que afectan nuestra vida, y cada vez más dependencia vital de la tecnología, la confianza en un concepto en alza.
A ENCAMINA, como a tantas otras empresas, nos toca convencer todos los días que somos la opción adecuada, que tal recomendación que hacemos es la óptima o que nuestro compromiso y profesionalidad están bien regados de honestidad y valores.
No siempre se da el amor, ni las circunstancias ponen fácil demostrar las mejores intenciones (y son muchas las veces que hemos metido la pata), pero aquí llevamos más de 20 años (destrozando la estadística de aquel cliente desconfiado de nuestros inicios 🙂 ) con cada vez mejor salud y más energía.
No es fácil haber ido evolucionando a las exigencias del mercado y los avatares económicos y mantenerse fiel a los mismos valores después de 20 años. Nada hay seguro en la vida, pero creo que esta capacidad de resiliencia debería ser un factor de confianza para el mercado.
Otro factor de confianza debería ser el que nos regimos por un propósito honesto y positivo, en coherencia con unos valores muy claros.
Siento, además, que el talento de ENCAMINA, reconocido incluso a nivel internacional, trufado de certificaciones y con una empleabilidad equiparable a la de cualquier multinacional, es otro factor de confianza. Y si, a ese talento añadimos el reconocimiento y validación del fabricante de la tecnología en la que somos cirujanos (a todos los niveles de competencias), certificaciones avanzadas, premios año a año, programas internacionales, etc., creo que no se puede ofrecer más confianza.
Sin embargo, cuando en una preventa ante un nuevo cliente, te encuentras que otro cliente tiene la generosidad de asistir con tres directivos de su equipo para inspirar y validar la elección de ENCAMINA en ese proyecto, entonces entiendes que el súmmum de la confianza se obtiene cuando tus clientes dan la cara por ti ante otros clientes.
La confianza cuesta incluso décadas ganarse y se pierde en un instante. Así de valiosa e inestable es.
La confianza es y será la clave de la relación entre marcas y consumidores, entre empresas y profesiones, entre humanos y tecnología, ahora y para la próxima década. Hagamos de la confianza la clave de bóveda de nuestras marcas de producto, empresariales y personales.
Este sitio web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continuas navegando, estás dando tu consentimiento para aceptar las cookies y también nuestra política de cookies (esperemos que no te empaches con tanta cookie 😊)