Uno de los pilares principales de la digitalización de los modelos de negocio así como de la creación de modelos disruptivos, es lograr un buen equilibrio entre el “customer centricity” y el “employee centrivity”. Tanto tus clientes como tus empleados deben estar en el centro de la organización, formando parte de la transformación y haciendo que se sientan importantes, propiciando el importante reto de la gestión del cambio y promoviendo estrategias que favorezcan el engagement.ii
Pero… ¿y esto cómo se logra? Veamos 12 valores que te pueden ayudar a superar este reto.
Debes dar a conocer con mayor detalle cómo funciona la empresa, objetivos, quien la compone, etc. Un mayor conocimiento de la empresa favorece el compromiso de los empleados y la confianza del cliente. La cultura de la transparencia en las empresas ya viene pidiendo paso hace años, aunque se destapen casos como el de las emisiones de Wolkswagen donde la solución ha pasado por (además de solucionar las emisiones de sus motores) aportar esa transparencia que precisamente adolecían.
Que comprendan que sus problemas son tus problemas, que tu objetivo no es otro que ayudarle a solucionar ese problema el cual tu empresa tiene los conocimientos y las herramientas para abordarlo. Así mismo, comparte tus logros con ellos, que se vean como parte importante de lo conseguido.
Participa en foros especializados, crea blogs corporativos donde compartas tus experiencias y conclusiones, ten presencia en eventos o en las redes sociales. Ser parte de comunidades ayuda a generar una marca relacionada con tu trabajo, de tal forma que ayude a tu cliente a conocer tu trabajo y tus capacidades por sí mismo.
En un entorno cada vez más globalizado, la gestión de la diversidad cultural de tus trabajadores es un punto ineludible. Pero lejos de ser un problema, puede convertirse en una oportunidad, favoreciendo el aumento de la productividad gracias a la diversidad de costumbres, habilidades personales, así como otros factores como demográficos, culturales y sociales. Sin olvidar que puede facilitar el acceso a nuevos segmentos del mercado, la internacionalización de la empresa y la imagen ofrecida con un fuerte compromiso social.
En anteriores modelos empresariales, se daba por supuesto que el trabajador hacia su trabajo simplemente por un sueldo. Este modelo provoca carencias de compromiso y de productividad debido a que no ve repercusión a sus esfuerzos. En cambio un modelo basado en el “Do ut des” (que no “Quid pro quo”) gratifica al empleado el aportar valores añadidos a su trabajo diario, ofreciendo recompensas no sólo monetarias sino de cualquier otro tipo como pueda ser ascensos, premios o algo más sencillo pero a la vez muy importante como es el reconocimiento del trabajo realizado.
Entendida como la capacidad de cambio o adaptación de una empresa ante cualquier tipo de evento, tanto interno como externo. Abarcando ámbitos que van desde asuntos de Recursos Humanos como el horario, teletrabajo, pasando por la estrategia empresarial, así como las tecnologías a utilizar o procesos productivos. En un entorno tan cambiante como el actual no puedes ser rígido en tus decisiones empresariales, podría tener consecuencias antes incluso de lo imaginado.
Como bien recuerda Fernando Trias de Bes en su crítica al libro “Alta Diversión: Los beneficios del humor en el trabajo” de Eduardo Jáuregui, la palabra “negocio” proviene de las palabras latinas “nec” y “otium”, es decir, la negación del ocio. Y nada más lejos de la realidad. Los beneficios del buen humor en el trabajo son diversos, desde la reducción del estrés, pasando por el aumento de la motivación y la productividad de los empleados, incluso hace más atractivo los puestos para poder atraer a los candidatos más valiosos. Pero también lo es para tus clientes, facilitando la relación y la continuidad en el tiempo.
Una empresa no debe olvidar sus orígenes, de donde viene y en definitiva todo ello asociado a un compromiso con la región donde se encuentre ubicada o abra nuevas delegaciones. Un compromiso como valor añadido a una visión global, que permita una observación continúa de los mercados y una revisión continua de las estrategias empresariales.
Poner pasión en tu trabajo, significa un compromiso en la búsqueda continua de la excelencia en tus acciones o decisiones. Significa ser capaz de transmitir a tus empleados, clientes, proveedores y, en definitiva, cualquiera que interaccione con tu empresa, ese compromiso y convertirlo en un objetivo común, potencia su orgullo y su rol de embajadores siendo en definitiva una ventaja competitiva de cara al mercado.
Aproximadamente el 32% de las horas que estás despierto las dedicas al trabajo. Si este tercio de tu vida (de tus empleados o tus clientes), la dedicáis a asuntos tediosos y que no os resulten interesantes, se verá reflejado en muchos de los valores que estamos repasando, y en definitiva en la productividad y la competitividad de la empresa. Haz que la diversión no se limite a esa cena de Navidad o al día de la diversión en el trabajo y que sea una empresa atractiva para pasar ese tercio de la vida.
Innovar es cambiar, evolucionar, adoptar novedades en los productos/servicios, negocios y organización. Es la búsqueda continua de esos valores diferenciales que te permitan destacar de la competencia. A pesar de la buena imagen que suele llevar asociada, las urgencias del día a día se anteponen en muchos casos, dejando la innovación en un segundo plano. Por eso implantar ya una cultura innovadora se vuelve como pieza clave en el desarrollo empresarial al medio y largo plazo.
Una de las frases más virales de Steve Jobs fue “No tiene sentido contratar a personas inteligentes y después decirles lo que tienen que hacer. Nosotros contratamos a personas inteligentes para que nos digan que tenemos que hacer”. Si tienes a alguien en tu organización es porque tiene habilidades y capacidades que aportar. Habla con él y consigue que el resto también lo hagan. También es aplicable a tus clientes, puesto que debes conseguir entender sus necesidades así como que él entienda tus soluciones y porqué le estás ofreciendo algo que (posiblemente) no era lo que él estaba pensando.
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