En el mundo empresarial, cuando hablamos de ROI (Return Of Investment) todo el mundo tiene claro de lo que estamos hablando. El Retorno de la Inversión, según la Wikipedia, es “una razón financiera que compara el beneficio o la utilidad obtenida en relación a la inversión realizada”. En términos más mundanos, qué beneficio nos reporta el haber invertido determinada cantidad de recursos.
Uno de los principales argumentos de las migraciones a la nube, o del establecimiento de entornos híbridos, es su excelente ROI, que puede ser visto desde dos perspectivas:
En ambos casos, el modelo PaaS permite a las empresas enfocarse en la innovación sin la complejidad de la infraestructura subyacente.
El modelo habitual de migración a la nube y por el que la gran mayoría de empresas comienzan, es por la migración de sus CPDs a sitios en la nube, intentando realizar la migración de la forma más directa posible. Esto es, si tenemos un servidor local, intentamos llevarlo a la nube a un modelo equivalente (Infraestructure as a Service) en el que seguimos contando con una máquina similar, con almacenamiento similar, y con las mismas necesidades de administración, al tener nosotros en este modelo el control completo sobre la plataforma.
Las posibilidades de optimización en este modelo pasan por el adecuado dimensionamiento de las máquinas migradas y por los ahorros en costes de poder apagar y encender las máquinas de forma automática, además de mejorar la monitorización con nuevos servicios (en Azure) como Insights. Otra gran ventaja es la agilidad ganada al poder disponer de nuevas máquinas de usar y tirar, o plataformadas a nuestro gusto, sin necesidad de tener provisionado un host cuya utilización nunca es del 100%. Así pues, estamos optimizando la inversión realizada al pagar solo por el consumo real, en lugar del previsto. Pero… ¿Eso es todo?
Como contraposición al modelo IaaS mencionado, en la plataforma Azure disponemos de un amplio abanico de servicios (en constante crecimiento). Estas opciones, nos permiten sustituir determinadas funcionalidades sustentadas por uno o más de nuestros viejos servidores, por un servicio gestionado en el cual nos preocuparemos solo por la gestión de la funcionalidad propiamente dicha, y no por la plataforma que está por debajo.
Por poner un ejemplo práctico, en muchas ocasiones necesitamos una instancia de base de datos que podemos “consumir” directamente de la nube, en lugar de tener que preocuparnos por montar un nuevo servidor, provisionarlo, licenciar Sistema Operativo y SQL, y ponerlo a disposición de nuestro equipo de desarrollo.
Sobre este ejemplo, la inversión para poner en marcha nuestra nueva funcionalidad en el modelo PaaS es muy inferior, sin necesidad de invertir en inmovilizado, ni en sufragar una depreciación que inevitablemente tienen las infraestructuras tecnológicas.
Como ventajas del modelo PaaS tenemos las siguientes:
Como ventaja adicional, la gran mayoría de los servicios proporcionados en PaaS por la plataforma Azure disponen de mecanismos de autoescalado que permiten que nuestros servicios aumenten o reduzcan su rendimiento, adaptándose a las necesidades reales de nuestros clientes o usuarios internos, como si se tratara de un termostato que alinea nuestro consumo con las necesidades que tenemos, evitando desperdiciar ni una gota de nuestra inversión.
Como desventajas de este modelo tenemos:
Basándonos en el informe de Forrester 2016 y cuantificando los datos aportados por ocho empresas que han evolucionado desde el modelo IaaS al Paas, se obtienen las siguientes cifras:
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