Hace poco fue mi cumpleaños y un amigo desde la infancia me felicitó cariñosamente diciéndome «¡felicidades puretilla!«, pues siendo él de espíritu «transgresor» no dudo que le pueda haber aburrido más de una vez este «puritanismo» mío.
Si nos ceñimos al uso histórico, religioso o «moderno» según lo describe Wikipedia, jamás me definiría como puritano. Sin embargo, si buscamos la definición de «puritanismo» en el diccionario de Oxford podemos encontrar una acepción que se refiere a «Rigidez y escrupulosidad excesivas en el cumplimiento de determinadas normas de conducta moral pública o privada.» y esa ya no me parece tan malísima. Cualquier cosa en exceso no apunta bien, y si es rigidez mucho peor… Y no se puede ser un «angustias» en la vida, desde luego, pero dejadme defender un poco esto del puristanismo, en esta acepción.
Todas las personas que formamos parte de las empresas, las organizaciones, la sociedad y los países en general (y España en particular), es decir, TODOS, necesitamos más rigor y formalidad en el seguimiento de las normas, incluso cuando nadie mira. Y más allá de las normas, además, aplicar la ética y el civismo en las decisiones y acciones del día a día.
Me decía mi hija que cuando su entrenador no mira ella disimula para ahorrarse esfuerzo en el entrenamiento (¡al que va voluntariamente!). Otros más adultos se hacen trampas jugando al solitario. Y todos en general exigimos a los demás que cumplan, mientras a nosotros se nos olvidan muchas veces esas mismas normas.
La improvisación, la flexibilidad y apagar incendios es una cosa que se nos da muy bien a los latinos, pero seguir las normas lo llevamos peor, cuando ambas cosas serían una combinación ganadora. Esta reflexión me la trasladaba un profesional de nuestro sector nacido en el país en el que había nacido el puritanismo, y que en muchos aspectos (y muchos son positivos) todavía se les nota.
En las empresas debemos seguir procesos y procedimientos, normas y sobre todo valores. Y que figuren en la página web de la empresa o no, hay valores que deben ser incuestionables para cualquier organización, como: la ética, la honestidad, la justicia, la profesionalidad… Y es que a mi entender, la profesionalidad significa rigor, compromiso y empatía, capacidad y habilidad, ética y seguimiento de las normas, así como acometer óptimamente los procedimientos establecidos ¿no?
La diversión, la diversidad, el entusiasmo, la pasión, la creatividad y frescura, e incluso la flexibilidad, se deben llevar bien con un poco de «puritanismo» en las organizaciones, entendido éste como profesionalidad, seriedad y esfuerzo. Visto así, un poco de puritanismo no nos vendría mal ¿no?
Al final, me parece que recibí un buen cumplido de mi amigo el día de mi cumple 🙂
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