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Un incómodo cambio de era

Esta semana he tenido el privilegio de asistir, como socios que somos, al II congreso nacional de directivos organizado por APD.

Han sido muchas las referencias e intentos de explicación a la actual crisis económica (y demás). También se ha pretendido aportar indicaciones para redirigir a nuestras empresas a un camino de crecimiento, aunque sorprendentemente, sin muchas novedades: hay que mejorar nuestra competitividad y hacer más con menos, hay que innovar, y hay que internacionalizarse (…vamos, lo de los últimos 4 años).

La otra pauta habitual ha sido la permanente referencia al cambio de era. A que nada volverá a ser como ha sido, y que desde luego el futuro ya no será lo que acostumbraba a ser. Es decir, tenemos que adaptarnos al presente conocido.

Aferrarse a que de repente algún día nos despertaremos de este mal sueño que llamamos crisis es un mecanismo de protección mental del que debemos evolucionar ya de una vez.

 

 

Y a lo que nos resistimos como personas es precisamente a este cambio de era. «¿Quién nos ha pedido permiso para meternos en él?». «Esto es peor que antes y yo no me lo merezco». «¿A caso tengo que cambiar por obligación?». «Nadie me ha preguntado si yo quiero». «Alguien ahí fuera es culpable de esta desdicha y lo que espero es que lo arregle»…

 

Cada uno de nosotros nos estamos encontrando un nuevo escenario que está resultando, en el mejor de los casos, incómodo, desconcertante, desesperanzador, ingrato, desilusionante. «Ayer hacía X y obtenía Y. Hoy haciendo X+2 obtengo Z, donde Z que es menos que Y y además sabe peor».

 

 

Para que nuestras empresas se adapten a la nueva era, nos decían desde APD, se tienen que adaptar sus estrategias, sus modelos, sus líderes y sus personas. En este sentido, los gurús de la tribuna, solo anotaban ideas ya algo sobadas: más tecnología, la nube, redes sociales, globalidad,  motivación,…

…Entre tanto hablas con los empleados de estos gurús y lo que te cuentan es que viven con más presión, objetivos más exigentes, más carga de trabajo, más exigencia. No se les ve precisamente felices :-(.

Aunque trabajen en una de esas afamadas empresas Best-Place-to-Work lo cierto es que utilizan, como todos nosotros, el «más» como partícula comparativa con el pasado: más (chungo) que antes.

 

No me extraña que el psiquiatra Enrique Rojas nos contara en el congreso que para ser feliz es necesario tener salud y una memoria muy corta.

 

Si tuviera que quedarme con una frase de este II congreso nacional de APD, sería la dicha por Marina Specht: «Acepta vivir en versión beta y avanza»

Creo que nos toca vivir en la incertidumbre, en la imperfección, en el prueba y error continuo, pero a la vez en la esperanza de obtener una mejor versión de nosotros mismos cada día, en la certeza de que sí se puede avanzar y que el progreso está en nuestras manos, en el trabajo y en corazón que le pongamos cada día.

Además, quiero pensar que lo podemos hacer entre todos y para todos. ¿Y como no?…hacerlo PENSANDO EN COLORES

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Publicado por
Hugo de Juan

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