He vuelto a cometer el error de leer la prensa, mi twitter y unos cuantos mails torcidos en un día festivo, y no he podido evitar enojarme, … de nuevo. Esto da un poquito de asco ¿no?… ¿tú también te has dado cuenta?.
Coñas aparte, el presente es actualmente, como poco, muy desalentador. Vivimos en un tiempo y en una sociedad mediocre donde la exigencia de excelencia con uno mismo y con los demás es una marcianada; donde los valores como el esfuerzo, la responsabilidad, la integridad, el compromiso o el trabajo en equipo brillan por su ausencia; donde paradigmas como el “qué saco yo de esto”, “la culpa es de ellos”, “a ver quién me arregla lo mío”, “ya lo sabía yo” o “que se jodan” aparecen en nuestras conversaciones diarias (de todos nosotros) con total normalidad. Una sociedad donde no querría que crecieran mis hijas.
Sin embargo, tengo la suerte de conocer, convivir y compartir día a día con muchas (y digo MUCHAS) personas que hacen olvidar todo lo anterior y son el ejemplo de que tenemos el germen de la salvación dentro de nosotros y entre nosotros. Personas que sí lo dan todo, que tienen valores y son fieles a ellos por incómodo que sea, que se esfuerzan cada día por ser y hacerlo mejor.
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Hay una cita que me impacta mucho, sobre todo por la persona que me la hizo llegar y su durísima situación vital, y que dice:
«Esfuérzate siempre. Y hazlo por tí, por sentir lo que vales, por conocerte y por saber lo que eres capaz de alcanzar. No midas nunca tu valía por los logros que puedes alcanzar, sino por lo que eres capaz de esforzárte».
«Sin equipaje» de Ku Nim Sahn
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Tenemos espejos a los que mirarnos, aunque no sean líderes oficiales de nada y pasen probablemente por modestas personas en su día a día. A poco que busques los encontrarás.
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