El Camino de Santiago es trascendental para las personas que lo hacen en muchos sentidos, pero como este blog es de empresa, quería apuntar algunas cosillas que he aprendido, como un efímero peregrino, desde la perspectiva profesional.
Lo primero y principal, que para lograr hacer avanzar a entre 10.000 y 20.000 personas diariamente de forma organizada y armónica, aún sin ningún tipo de control ni comunicación directa sobre ellas, hace falta un objetivo claro y definido, con significado para ellas, y un plan (o rutas y etapas) más o menos trazado. Es decir, pese a que la misión y visión del Camino sea interpretada, propia y personal de cada uno de los miembros del colectivo, hay un factor común concreto y objetivo compartido por todos, que les hace avanzar en la misma dirección (y sentido), y hay una serie de directrices, procedimientos, señales y ayudas suficientes para guiar el día a día. Así debería ser siempre en la empresa ¿no?.
En segundo lugar, es importante el apreciar cómo cada individuo sigue el plan autónomamente, aunque de forma adaptada a sus actitudes, aptitudes, y también a su infraestructura, contexto y herramientas disponibles. Y aun así creo que nadie se encandila ni se despista significativamente, al menos hasta haber acabado su jornada… El camino es duro y nadie tontea si quiere alcanzar sus metas, como lo hace cualquier buen profesional comprometido con su empresa y sus clientes.
En ese sentido, me parece clave destacar 3 elementos, no imprescindibles todos en el peregrino (ni en el profesional), pero que se pueden observar cada día en el Camino de Santiago:
Respecto a valores, pienso que la solidaridad y la cooperación o incluso el espíritu de equipo son patentes en el Camino de Santiago, también (insisto) el esfuerzo, la honestidad y la buena fe, y también diría (por lo que he podido vivir personalmente) la alegría. Cierta capacidad de improvisación y flexibilidad, así como algo de creatividad para resolver los variopintos problemas que van surgiendo, son valores que también he observado… O más bien, son valores que he interpretado con mi propio diccionario, pero que sin duda son una realidad (sumada a otras), que bien pueden formar parte de la empresa.
Como breve conclusión, a una breve reflexión de la que verdaderos analistas llegan a escribir libros, tan solo me gustaría decir que:
Todos podemos aprender mucho de los demás y de nosotros mismos, y el Camino de Santiago es una intensa oportunidad para ello. El aprendizaje personal, por supuesto, se puede extender al profesional y al empresarial.
En lo personal yo he aprendido que el ser humano es esencialmente bueno, que nunca un tiempo pasado fue mejor, y que hay mucho más de lo que nos une, que de lo que nos separa.
En lo empresarial, me he reafirmado en que si tenemos metas con las que nos sintamos comprometidos, valores que compartimos, buenos compañeros de viaje y algo de organización, no importa lo duro que sea el camino a recorrer: llegaremos.
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