El motivo por el que me inicié como emprendedor junto a mi actual socio Pako Giménez hace 20 años era muy personal. Mi hermano mayor, mi referencia en la vida, murió repentinamente con 34 años. Aquello me impactó tanto que incluso hoy sigue marcando mis pensamientos, decisiones y emociones. Todavía le lloro al escribir estas palabras.
Y así fue. A las pocas semanas de ese triste suceso, Pako y yo nos tiramos a una piscina para la que, sinceramente, no estábamos preparados ni por formación, ni financieramente, ni por un plan de negocio decente. Fue la ilusión por trascender, por hacer algo que tuviera impacto en el mundo aprovechando nuestra pasión por la tecnología lo que nos mantuvo vivos el tiempo suficiente. Unos años justitos como para ir remontando poco a poco algunas de nuestras deficiencias.
La ilusión fue el combustible, pero el motor fueron y siguen siendo las buenas personas que nos han acompañado dentro y fuera de ENCAMINA durante estos 20 años. Personas a las que estoy agradecido de corazón, empezando por mi socio Pako o por mi mujer, siguiendo con los magníficos profesionales y también amigos que han puesto mucho de lo mejor de sus vidas en este proyecto, hasta personas que incluso puedan sentir resquemor por mí, o por ENCAMINA porque quizás tuvimos un mal final.
Pido perdón por los errores cometidos, porque 20 años dan para un buen montón de equivocaciones, pero puedo decir que probablemente pudieron ser por ignorancia o incluso incompetencia, pero nunca por mala fe.
Esa buena fe, en forma de valores bien marcados, de cultura, de cercanía y humanidad en las decisiones fáciles y también en las difíciles me han permitido dormir bien casi todas las noches. Pero no todas las noches ni los días han sido fáciles, ni siquiera llevaderos. Hemos pasado incendios, crisis y adioses muy dolorosos, porque 20 años dan para mucha vida de la de verdad, la agridulce, acentuada si cabe por el riesgo y la exposición que supone ser empresario. Pero también momentos de verdadera gloria, de diversión, de profundo sentimiento de agradecimiento y felicidad. Y es que en ENCAMINA hemos cosechado logros grandiosos, metas sorprendentes, gestas épicas diría yo, sobre todo por tener el tamaño que tenemos y venir de dónde venimos.
Si hoy pudiera hablar con mi yo de hace algo más 20 años me diría: “ten esperanza en lo mejor de ti y en lo mejor de las personas que vas a encontrar en tu camino. Persevera y sigue adelante pase lo que pase, e irás descubriendo que del dolor de hoy pueden florecer cosas maravillosas mañana”.
Sin embargo, me gustaría más todavía que mi yo de dentro de 20 años me hablara y me diera buenos consejos para proseguir el camino, y que no puedo ni imaginar. Lo que sí sé es lo que yo me diría: “Voy a esforzarme todo lo que pueda para que ENCAMINA siga logrando una diferencia positiva cada vez mayor. Tú espérame ahí con buena salud junto a mis chicas, que yo voy a luchar para que te sientas orgulloso del equipo que hemos remado juntos estos próximos 20 años”.
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