Parece que el dolor de huesos se da en dos momentos antagónicos en nuestra vida. Tanto cuando estamos creciendo y desflorando como adultos, como cuando envejecemos.
Las empresas, como organismos vivos, también parece que pueden sufrir ese mismo dolor.
El dolor del crecimiento tiene que ver con los necesarios ajustes organizativos, con los momentos de desorden y caos, con la incorporación de nuevas personas con su mochilas cargadas de sus propias experiencias y valores, con la resistencia de los veteranos del lugar a tantos cambios y hasta a verse cuestionados en su propia casa con todo lo que ya llevan demostrado, con el batiburrillo de humores y químicas por precipitar, con muchas cosas…
Hace unos cuantos posts les recordaba tanto a los recién llegados como a los que ya estaban aquí que este proceso de crecimiento es una excelente noticia, como lo es para los adolescentes, pero no está exenta de muchos problemas y quebraderos de cabeza, de cambios de humor y de cierta locura (y si no que se lo digan a mi hija preadolescente y a sus sufridos padres ).
ENCAMINA cultiva, exige y necesita de valores como el espíritu de equipo, el compromiso, la pasión y la flexibilidad. Y eso significa, ante el reto del crecimiento, exactamente eso: profesionales y personas llenas de espíritu de equipo, compromiso, entusiasmo y flexibilidad.
Y no vale otra cosa. No en esta casa.
Cuando me doy cuenta de como un profesional de gran valor y cargado de un montón de faena le dedica un buen rato a los júniors recién llegados, veo esos valores. Cuando leo las felicitaciones y PRAISE de Yammer entre compañeros, veo esos valores. Cuando leo respuestas valiosas a dudas y consultas de compañeros que se sientan a 400km o 2000km de distancia, veo esos valores. Cuando escucho bromas y buen humor en los momentos de más tensión de los proyectos, veo esos valores. Cuando encontramos a esas personas llenas de paciencia dispuestas a escuchar nuestro libro, por mucha faena que tengan, veo esos valores. Cuando veo que alguien de mucho nivel reconoce que la propuesta del otro es todavía mejor que la que la suya, veo esos valores. Cuando percibo comportamientos de generosidad, de cariño, de respeto y de elegancia con los otros, con los clientes y con la organización, veo esos valores.
¿Duelen los huesos a veces? Sí, sí que duelen.
¿Duelen por algo bueno y deseable? Sí, es lo mejor que nos podía pasar.
¿Queremos pasar de la loca pubertad a la apasionada, divertida y entusiasta juventud? Sí, queremos, sabemos y lo estamos haciendo.
¿Nos dolerán los huesos por envejecer? Sí, pero déjate, y disfruta del momento actual 🙂
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